Encre simulacre hace eco a la noción de borrado – de un recuerdo, una voz, un espacio – desplazando la percepción de la retina al oído. En la tradición del palimpsesto, las diferentes capas de escritura – a través del doble coro y la prolongación que constituye la parte electrónica – aportan una multiplicidad sonora al texto de Jacques Roubaud, en un halo vocal con temporalidades entrelazadas. En contrapunto a los juegos de ilusiones que de ello se derivan, las reminiscencias de una huella sonora que evoca el repertorio barroco también sitúan la cuestión de la memoria en el centro de la obra.